Segunda Guerra Mundial: a principios de 1943, los Aliados buscaban debilitar la capacidad productiva de la Alemania Nazi a la vez que una victoria que elevase la moral de sus tropas. Para lograr ambos objetivos, se ideó destruir varias presas de la cuenca del Ruhr, donde se concentraba la industria armamentística y de acero del enemigo.
Destruir una estructura de hormigón requería de un impacto de una precisión por aquel entonces impensable con bombas convencionales. Otra solución era el uso de torpedos, pero los alemanes habían previsto esto y habían colocado unas redes para neutralizarlos.
La Aviación Aliada suplía la falta de precisión de sus bombas con ataques masivos, y si bien en un principio se pensó en usar este sistema, terminó desechándose la idea por poner en riesgo un elevado número de tripulantes y aviones.
Presa de Eder tras el ataque aliado. Fuente: Bundesarchiv, Bild 183-C0212-0043-012 / CC-BY-SA |
La solución fue un típico caso de mitad locura mitad genialidad de un científico llamado Barnes Wallis: una bomba que al estilo de las piedras que lanzamos al agua, rebotase por la superficie librando las redes antitorpedo, y alcanzando la presa. Después, se hundiría hasta los 9 metros donde se detonaría activada por un interruptor de profundidad.
Este sistema, demasiado revolucionario, en principio no gustó a la plana mayor del Ejército Británico, hasta que un oficial observó unas pruebas que se realizaron en una presa abandonada en Gales y presionó para que se diera luz verde al proyecto.
La bomba, a la que se denominó inicialmente "Upkeep" (en inglés "Mantenimiento"), y más posteriormente en forma coloquial "Dambuster" (en inglés "Revientapresas"), era un cilindro de unos 5500 kilos de peso, con 3000 de explosivo. Antes del lanzamiento, mediante una polea se hacía girar la bomba en sentido contrario al del avance del avión para aumentar su rebote.
La bomba Dambuster con su sistema de lanzamiento. |
El lanzamiento requería unos parámetros exactos para ni quedarse corto ni saltarse la presa:
- Distancia a la presa: 430 metros.
- Altura sobre el agua: 18 metros.
- Velocidad del avión: 338 kilómetros por hora.
Los altímetros convencionales no permitían esa precisión, por lo que se ideó un sistema rudimentario pero muy eficaz: se instalaron dos focos con un ángulo tal que sus proyecciones sobre la superficie del agua eran tangentes justo a la altura necesaria. La distancia a la presa, se calculaba por medio de una "ventanita", de tal forma que cuando las dos torres de la presa quedaban encuadradas había que lanzar la bomba; esto no era muy preciso pero en la práctica bastaba.
El modelo de avión elegido para la misión fue un bombardero Lancaster con la bahía para las bombas modificada a las peculiaridades del nuevo proyectil. La tripulación la conformaban 6 hombres. Para la ocasión se creó el 617 Escuadrón, también llamado Escuadrón X. Su lema, "Après moi la déluge", era una frase atribuida al rey francés Luis XV cuya traducción al castellano es "Después de mí, la inundación". No se sabe a ciencia cierta si se refería a que le daba igual lo que sucediera con Francia a su muerte, o a que pronosticaba un futuro incierto para su país al final de su reinado. En cualquier caso, al recién nacido Escuadrón le quedaba que ni pintado.
Tras meses de entrenamiento, finalmente se lanzó el ataque la noche del 16 al 17 de mayo de 1943. 19 aparatos despegaron de la base Inglesa de Scampton. Tenían que seguir una ruta muy bien definida para evitar las defensas antiaéreas alemanas, algo que no lograron completamente siendo derribados varios aviones.
De los tres objetivos principales, se consiguieron destruir 2, las presas de Mönhe y Eder. La mayor parte de los aviones que se dirigían a la presa de Sörpe fueron derribados al sobrevolar por error la isla de Vlienland, fuertemente defendida por una artillería que sólo dejó escapar uno de los aparatos. La niebla y la dificultad del terreno impidieron que el ataque fuera eficaz quedando esta presa intacta.
Presa de Mönhe destruida. Fuente: Bundesarchiv, Bild 101I-637-4192-20 / Schalber / CC-BY-SA |
En total se perdieron 9 aviones y 53 hombres. Los que consiguieron regresar fueron condecorados, y el comandante Guy Gibson que mandaba la misión, fue considerado como uno de los grandes héroes británicos de la contienda. Lamentablemente fallecería el 12 de noviembre de 1944 al ser derribado por error por un avión de su propio bando.
Las consecuencias del ataque no fueron todo lo contundentes que se esperaba. Se calcula que los alemanes habían recuperado su capacidad productiva sólo 9 meses después. No obstante, esta victoria parcial supuso una inyección de moral muy importante para el bando aliado y se cree que aunque mínimamente pudo contribuir a adelantar el fin de la guerra.
He resumido bastante para no enrollarme, tenéis una narración mucho más detallada en la Wikipedia: Operación Chastise.
Dedicado a V.M.A.L. compañero de trabajo y fiestas, que me descubrió esta historia.
Dedicado a V.M.A.L. compañero de trabajo y fiestas, que me descubrió esta historia.
V.M.A.L es autor del libro El juego holandés. A la venta aquí: El juego holandés.
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