miércoles, 17 de junio de 2015

Sucedió hace un año: accidente con unos cables de alta tensión en el embalse de Ribarroja.

Ayer se cumplió un año de mi primer, y espero que último accidente. Fue durante un incendio en la provincia de Tarragona. Estábamos cargando agua en el embalse de Ribarroja, en el límite con la provincia de Zaragoza y chocamos con unos cables de alta tensión. Afortunadamente la línea estaba abandonada y no tenía corriente, pero el impacto nos provocó los suficientes daños como para que tuviéramos que parar el avión en el agua y tuviera que ser reparado antes de poder volver a salir.

Los cables son uno de los muchos peligros que tiene este tipo de vuelo. Abundan en las proximidades de los embalses que utilizamos para cargar agua y son muy difíciles de ver. En esta ocasión estábamos informados de su existencia, pero el viento y unos chubascos en el extremo opuesto, nos hicieron variar el sentido de la carga, de forma que unos cables que no nos afectaban, pasaron a estar en el medio de nuestra trayectoria. Lección aprendida.

Tuvimos tiempo de ver los cables medio segundo antes del impacto. A pesar de lo corto de este intervalo, tuve tiempo de pensar que el choque destrozaría el avión y como poco nos íbamos a dar un buen chapuzón. Por suerte, nuestro querido Canadair, demostró una vez más su robustez y siguió volando como si nada hubiera pasado. La incertidumbre sobre el estado del aparato, hizo que decidiéramos detenernos en el embalse y evaluar daños. Una fuerte vibración proveniente del motor izquierdo nos obligó a pararlo preventivamente ante la posibilidad de que la turbina reventase. Sobre la superficie del agua y con un solo motor, el hidroavión era ingobernable, así que echamos el ancla (sí, estos aviones llevan ancla como los barcos), pedimos ayuda por radio y paramos el otro motor.

En ese pantano siempre hay mucha gente navegando, ya sea de pesca o simplemente paseando, por lo que no tardaron en acercarse varias barcas a ofrecernos ayuda. Recuerdo incluso que unos ingleses que hacían botellón en un pequeño bote nos ofrecieron un cubata; con el susto que llevaba en el cuerpo, no me habría importado, pero con el panorama que teníamos, no era lo más adecuado.

Al rato llegaron varios efectivos de la Guardia Civil y el alcalde del cercano pueblo de Fayón, que con ayuda de un matrimonio de alemanes nos remolcaron hasta el embarcadero del club de pesca local. 

Los trabajos de reparación duraron dos días y hubo que sustituir las dos hélices y parte de los carenados de los motores. A la dificultad de estos trabajos, hay que añadir que fueron realizados en el mismo embalse. Una gran labor la que llevaron a cabo los mecánicos del 43 Grupo y de la Maestranza Aérea de Albacete. Resultó de gran ayuda el despliegue del Regimiento de Pontoneros nº 12 de Monzalbarba que montó unas plataformas que hicieron más sencillas las tareas.


Hidroavion embarcadero
Después de ser remolcado, nuestro hidroavión quedó amarrado en el embarcadero del club de pesca de Fayón.
En la siguiente fotografía se puede ver el grosor de los cables con los que impactamos. Aún no me puedo creer que después de chocar con tres cables de ese calibre, nuestro avión no se partiera en pedazos.
Cable en la hélice.
Este pequeño trozo de cable nos provocaba unas vibraciones que nos obligaron a parar el motor.

Cable en flotador
Otro trozo de cable quedó enganchado en uno de los flotadores.

Daños en motor
Más daños. Estos en la cubierta del motor izquierdo.
Afortunadamente todo quedó en un susto y una experiencia donde pudimos sentir el cariño y gratitud de la gente a la que servimos. Ayer los integrantes de la tripulación nos reunimos, brindamos como si se fuese nuestro cumpleaños y nos volvimos a decir que a pesar de estos peligros, nos encanta nuestro trabajo.

Agradecimientos:
  • A la Guardia Civil que movilizó a su personal para un posible rescate, nos ayudó en el remolcado y se encargó de la seguridad del avión mientras estuvo amarado. En especial al personal del puesto de Mequinenza, a la policía judicial y los GEAS de Huesca.
  • Al alcalde de Fayón y resto de la corporación municipal, que nos asistió personalmente en el remolcado de la aeronave y nos dijo que aunque su pueblo es pequeño, teníamos a nuestra disposición todo lo que necesitásemos de él.
  • Al dueño del camping de Fayón y resto de vecinos por su hospitalidad y apoyo.
  • A todos los turistas que nos ofrecieron su ayuda en los primeros momentos, en especial a ese matrimonio de alemanes que nos remolcaron y estuvieron a nuestro lado desde el primer momento hasta que el avión estuvo amarrado y nosotros en tierra.
  • A nuestros compañeros, que se preocuparon por nosotros y nos expresaron su cariño en nuestro regreso.
  • A nuestros mecánicos y los de la Maestranza de Albacete que en condiciones difíciles demostraron una vez más su capacidad y repararon el avión en un tiempo récord.
  • Al Regimiento de Pontoneros nº 12 de Monzalbarba (Zaragoza), que pusieron a nuestra disposición su material para poder llevar a cabo las labores de reparación.
  • A la UME por las gestiones realizadas y el despliegue de personal y medios.
  • A todos los que ese día de una u otra forma estuvieron con nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario