lunes, 2 de diciembre de 2013

Aberto Santos Dumont, el brasileño que conquistó los cielos de París.

El 23 de octubre del 1906 ha pasado a la historia como la fecha del primer vuelo oficial de un artefacto de peso superior al aire capaz de despegar por sí solo, el 14-bis, diseñado y pilotado por Alberto Santos Dumont. Si la hazaña de los hermanos Wright ocurrió en un enclave apartado, ante muy escasos testigos, la réplica de Alberto Santos Dumont tuvo como escenario un lugar público parisino y fue presenciada por periodistas y expertos, entre ellos, la Comisión Oficial del prestigioso Aeroclub de Francia. La principal evolución del vuelo de Dumont con respecto a los hermanos americanos, fue que su aparato era capaz de despegar sin necesidad de ser impulsado por una catapulta, algo que los aviones de los Wright no conseguirían hasta 1909. Hay quien dice incluso que el Flyer I de Orwille y Wilburg Wright era más bien un planeador con motor.

Brasileño de nacimiento y francés de adopción, Alberto Santos Dumont estudió ingeniería en París y muy pronto manifestó un gran interés por la aviación, en unos años (finales del siglo XIX) en que globos y dirigibles poblaban los cielos de la capital gala. Creador entusiasta e incansable, Santos Dumont puso en órbita más de una docena de dirigibles durante los primeros años del nuevo siglo.

A bordo de sus propias creaciones, el ingeniero brasileño participó en desfiles, ganó certámenes y se granjeó una reputación como genio pionero y valiente piloto, que no tardaría en saltar fronteras. Idealista y siempre generoso, Alberto Santos Dumont no patentaba sus creaciones, con la esperanza de que sirvieran como punto de inicio para nuevos progresos en ingeniería aeronáutica a futuros inventores.


Tras el éxito mundial de su 14-bis, Santos Dumont continuó trabajando en nuevos y más perfeccionados modelos. El 18 de septiembre de 1909 tendría lugar su último y espectacular vuelo, sin manos, para deleite de las multitudes. Agotado por la esclerosis múltiple y mermado su optimismo a raíz del estallido de la guerra, el pionero de la aviación abandonaría los cielos para llevar una vida cada vez más recluida y solitaria.

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